Algún día, seremos solo tu y yo de nuevo, los silencios se harán quizás más largos pero el amor se nos seguirá asomando entre la comisura de los labios cada vez que al vernos, sonríamos como dos niños traviesos, que han vivido la aventura más sorprendente de sus vidas.
Seguro me volveré más impaciente y cascarrabias, tanto que a veces, te preguntarás porque carajos no escogiste mejor compañero para este viaje, sin embargo, bastará el abrazo en una larga tarde de otoño mientras, entre los recuerdos archivados en la nostalgia, repasamos historias que nos hicieron más fuertes .
Entonces, reconocerás que no hubiera sido lo mismo vivir sin este parlanchín insoportable que seguirá insistiendo en que le salvaste la vida, aquel día que te jugaste todo y contra todos.
Habrá días en que te encuentre desatando las lágrimas por aquellos que se fueron o por aquellos que no llaman y haré entonces lo posible por mejorar tus días.
Probablemente hasta desempolve la guitarra para cantarte canciones con tal de llevarte de nuevo a lugares que vuelvan a encender la luz en el corazón más bueno y solidario que jamás he conocido.
Viajaremos mucho y a pesar de los achaques, seguiremos observando el futuro y haciendo planes, como si fueramos inmortales.
Y aunque sé que el pudor de las arrugas nos volverá tímidos ante las sabanas, no podrás evitar que de vez en vez nos hagamos el amor, lenta y dulcemente, para después de haber alcanzado el cielo, escuchar tu respiración sincronizandose con los latidos de mi esperanza.
Como siempre he dicho, haré hasta lo imposible por llegar al menos, a los cien años, no solo para joderte la vida, sino para compartirla contigo.
Para seguir encontrando tu mano cada noche y escuchar un te amo antes de dormir, para escucharte cantar mientras siembras nuevas flores en el jardín.
Para ver como el amor se desborda en cada abrazo que le das al más pequeño de mi tribu, para reasegurarte que lo puedes todo en esos momentos de duda que aparecen de vez en cuando, para seguir perdiendome a la orilla de tu falda, para estar ahí en los momentos de naufragio que todavía nos falta por vivir , para continuar siendo tu muro y tu guardián y para recordarte cada día que sin tí, nada tiene sentido ni fin.
Por eso, cuando llegue el momento inevitable, lo único que seguiré pidiendo, es verme una vez más en el vasto océano de tu mirada y saber, que vivir, ha valido la pena...